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Sabemos que como jovenes, nos enfrentamos a una lucha continua contra el enemigo. En este espacio queremos hacerte ver que NO ESTAS SOLO, siempre habra prueba, pero confia dice el señor! El estara contigo.

7 mar 2009

*Pinturas*

¿Puedo Pintarme?

Este tema se relaciona directamente
con la vanidad. En particular, pintar la cara contradice
la enseñanza de Pablo que las mujeres deben
adornarse a sí mismas con pudor y modestia. El pudor
significa el respeto, la reverencia, el dominio propio, la
modestia o la timidez hacia los hombres; que ella no está
descarada o atrevida. El maquillaje está diseñado obviamente
para atraer al sexo opuesto. La manera por lo cual
lo hace es por acentuar la sensualidad en la mujer y por
causar la lujuria, y no el amor, en el hombre. Tanto en el
Antiguo Testamento como a lo largo de la historia la práctica
de pintar la cara se asocia con el descaro, el atrevimiento,
la seducción, y la prostitución. Según la
historia, la práctica de pintar los párpados para mejorar
la atracción sexual fue introducida en el principio en el
Egipto antiguo alrededor de 3000 años antes de Cristo.
Proverbios 6:25 hace referencia a esta práctica cuando
dice, “No codicies su hermosura en tu corazón, Ni ella te
prenda con sus ojos.” La clase de mujer descrita por esta
escritura es una mujer malvada, una mujer extraña, una
mujer prostituta, y una mujer adultera. Luego, la práctica
de pintar la cara se usaba con el mismo propósito de
seducir. Como un ejemplo prominente, léase II Reyes
9:30. Jehú fue ungido rey de Israel y recibió la misión de
destruir a la familia de Acab quien odiaba la Palabra del
Señor. Jezabel, la esposa de Acab, oyó que Jehú venía, y
ella sabía lo que él iba a hacer. Ella inmediatamente trató
de seducirle a fin de salvar su propia vida. La Biblia dice
que, como un medio de atraerle, ella pintó su cara.
Cuando Jehú llegó, él vió su estratégia y ordenó que ella
fuera asesinada.
Note el contraste entre Jezabel y Ester, la mujer quien
salvó a su nación. Ester tenia a su disposición cualquier
cosa que quisiera conseguir para prepararse para su
encuentro con el rey de la Persia. Todas las otras posibles
esposas pedían y recibían toda clase de pintura y
adornos. ¿Qué pidió Ester para su propio uso? Nada
(Ester 2:13-15). No quiso atraer el rey, pero quiso ser
aceptada por lo que realmente era. Ella confiaba en la voluntad
del Señor.
Dos otras escrituras nos dicen lo que la pintura representa.
Debemos reconocer la importancia de estas escrituras,
porque revelan lo que Dios piensa acerca del
maquillaje. En Jeremías 4:30, Dios dice que la nación
apóstata de Israel es como una mujer quien trata de hacerse
hermosa con la pintura y con los adornos para atraer
a sus amantes. Un pasaje similar se encuentra en Ezequiel
23:36-44. El versículo cuarenta describe a dos mujeres,
simbolos de Samaria y Jerusalén, quienes pintaban sus
ojos y usaban los adornos. ¿Qué significa esto? En el resto
del pasaje aprendemos que estas mujeres eran culpables
del adulterio. Entonces, vemos que Dios asocia la práctica
de pintar la cara con el adulterio y la prostitución.
Ningún versículo de la Biblia dice que la práctica de pintar
la cara está asociada con una mujer virtuosa, pero
siempre está asociado con el adulterio y la prostitución.
Puesto que esto es lo que Dios piensa acerca de aquella
práctica, sabemos que si lo evitamos Le agradaremos a El.
Históricamente, unas leyes fueron presentadas en el
Parlamento Británico en los siglos 17 y 18 para prohibir
la práctica de la mujeres de pintar la cara. En la mayoría
de las colonias Estadounidenses la práctica o era prohibida
completamente o desaprobada por la sociedad en general.
Según la Enciclopedia Britannica, no era hasta
después de la primera guerra mundial que las barreras
contra los cosméticos se bajaron gradualmente hasta que
fueron desechadas. Aún así, el uso de los cosméticos era
esporádico y limitado hasta después de la segunda guerra
mundial. Antes de eso, las mujeres que cortaban su
cabello y usaban el maquillaje eran consideradas generalmente
como prostitutas o el equivalente. Tan tarde como
1945, la mayoría de las iglesias conservadoras consideraban
que la práctica de pintar la cara era un pecado.
Gradualmente ellos empezaban a aceptar el uso de los
cosméticos conjuntamente con otras prácticas tales como
el fumar, el beber bebidas alcohólicas, y el baile.
Esto nos enseña que la práctica de pintar la cara no
es simplemente seguir la moda, ni simplemente siendo
moderna, pero es la resurrección de una práctica antigua
que muchas de las iglesias de hoy han aceptado juntamente
con casi todos los otros tipos de la maldad. Los
evangelistas pioneros de Inglaterra y América del Norte la
condenaban. Los cristianos tempranos en el Imperio
Romano consistentemente enseñaban en contra de aquella
práctica . Otra vez preguntamos, ¿seguiremos la dirección
de la iglesia moderna u obedeceremos a la Biblia?
Según las enseñazas de Pablo y Pedro, la práctica de
pintar la cara es contraria al pudor, la modestia y la
sobriedad. Debemos pedir que el Espíritu Santo nos gobierne
y reine sobre nosotros en esta área de nuestras
vidas para que no amemos ni al mundo ni las cosas del
mundo.
Las joyas. El uso de las joyas y de los adornos es una
forma de la vanidad y es contraria a las enseñanzas acerca
de la moderación. Pablo dice que las mujeres no deben
adornarse a sí mismas con peinados ostentosos, ni oro, ni
perlas, ni vestidos costosos. Adornar significa decorar,
ornamentar, o embellecer. Pedro dice que su atavío no
debe ser el externo de peinados ostentosos, de adornos
de oro, o de vestidos lujosos. El peinado ostentoso se
refiere al arreglo elaborado del cabello de ese tiempo, en
particular, la práctica de entretejer las perlas y los hilos
de oro en el cabello. Estas escrituras enseñan contra
todas las exhibiciones llamativas y costosas, aun la ropa
que es demasiada cara. Para comprender todas las ramificaciones,
debemos estudiar el Antiguo Testamento que
es nuestro maestro. Pedro usó el Antiguo Testamento
para encontrar ejemplos de adorno santo.
Un pasaje muy claro se halla en Exodo 33:1-11. Los
Israelitas acabaron de pecar por hacer un becerro de oro
y adorarlo. Dios había prometido que iba a guiarlos personalmente
a la tierra de Canaán, pero ahora Su justicia
Le obligó a no aparecer en su medio para evitar que los
consumiera. Entonces habló la misericordia de Dios, y en
cambio El prometió enviar a un ángel que los guiaría.
Cuando el pueblo oyó que Dios no iba a guiarlos, comenzaron
a llorar. Como una señal de su tristeza y de su
arrepentimiento ellos no usaron sus adornos. El Señor les
dijo que eran un pueblo orgulloso, y dijo, “Quítate, pues,
ahora tus atavíos” En respuesta, ellos “se despojaron de
sus atavíos.” Querían ser despojados de su vanidad en la
presencia de Dios.
En seguida, Moisés caminó hacia el tabernáculo, y
todo el pueblo estuvo en pie en las puertas de sus tiendas
para mirar. Como resultado de su consagración, el Señor
se bajó en una nube de gloria que todo el pueblo vió. Todo
el pueblo Lo adoró, y El habló a Moisés como amigo. La
eliminación de los adornos innecesarios había demostrado
a Dios que los Israelitas realmente Le amaban.
Demostró su actitud de abnegación. Es una lección a
nosotros hoy que no podemos disfrutar la plenitud de la
presencia de Dios y realmente no podemos acercarnos a
El a menos que hagamos este tipo de consagración. Los
que están realmente consagrados a Dios no usarán las
joyas para adornarse. Es la vanidad—el opuesto de la
humildad.
Isaías 3:16-26 describe la vanidad en el uso de los
adornos. Los Israelitas llegaron a ser orgullosos, y esto le
desagradó a Dios. Como resultado, El les dijo que iba a
quitar todos sus adornos, que eran señales del orgullo
que estaba en sus corazones. Aquí hay una lista de los
adornos y de la ropa costosa que exhibían su orgullo “el
atavío del calzado, las redecillas, las lunetas, los collares,
los pendientes y los brazaletes, las cofias, los atavíos de
las piernas, los partidores del cabello, los pomitos de olor
y los zarcillos, los anillos, y los joyeles de las narices, las
ropas de gala, los mantoncillos, los velos, las bolsas, los
espejos, el lino fino, las gasas y los tocados. Y en lugar de
los perfumes aromáticos vendrá hediondez; y cuerda en
lugar de cinturón, y cabeza rapada en lugar de la compostura
del cabello; en lugar de ropa de gala ceñimiento
de cilicio, y quemadura en vez de hermosura.”
Generalmente los diferentes vestidos y bolsas estaban
adornados con bordados muy detallados y costaban
mucho. Los espejos y las cajas de perfume se colgaban de
los cuellos o de los cinturones. Todas estas cosas tienen
la potencialidad de producir la vanidad. De hecho, la
razón principal de usar la mayoría de aquellas cosas es la
vanidad.
La lección que se debe aprender aquí es que debemos
mostrar la humildad, la modestia, y la moderación.
Hablando prácticamente, esto quiere decir que no debemos
usar joyas en exceso, ni la ropa costosa. El motivo de
usar estas cosas debe ser cuidadosamente examinado.
Cuando usted tiene que decidir acerca de algo que es
cuestionable, pregúntese: ¿Está esto de acuerdo con las
enseñanzas de Pablo que requieren la sobriedad? ¿Es llamativo
u ostentoso? ¿Cuál es la razón porque lo quiero
usar? ¿Sirve algún propósito útil? Aunque sirve un
propósito útil, es extravagante? Es apropiado para un
cristiano?
Queremos usar unos ejemplos específicos. Se puede
ver claramente que cosas como los aretes, collares, y
brazaletes son adornos, mientras que un reloj quizas no
es principalmente un adorno. Pero, un reloj tambien
puede ser una vanidad si es llamativo y el motivo de la
persona que lo usa no está bien.
En los años recientes ha habido un aumento en el uso
de las joyas entre los creyentes y esto es algo que es contrario
al espíritu de la sobriedad. En estos días los cristianos
que no usan las joyas deben ser apreciados.
Basicamente, los creyentes deben seguir la dirección
de su pastor, puesto que él tiene la responsabilidad de
cuidar la iglesia local. Sin embargo, los creyentes deben
pedir sinceramente a Dios que El les dé las convicciones
personales que El desee que tengan. Ciertamente Dios da
a los hermanos láicos convicciones acerca de aquellas
cosas. En cuanto a algunas cosas es mejor que el pastor
presente su convicción personal, su preferencia, o su consejo
pero debe dejar que los creyentes actuen según sus
propias consciencias. Recuerde que es posible que algunas
cosas no son pecaminosas pero que los mótivos
detrás de ellos pueden hacernos pecado. ¿Por qué no consideramos
unas alternativas no tan extravagantes y no tan
llamativas? Por supuesto decimos que se debe vestir bien
y con buen gusto, pero los cristianos pueden vestirse bien
sin ser ostentosos. La mayoría de las veces los que están
vestidos simplemente y de buen gusto son de todos
modos los mas elegantes. Debemos pensar también en
abandonar ciertas cosas simplemente a fin de acercarnos
más a Dios y a fin de establecer una consagración más
profunda, si no es para ninguna otra razón. Aun en el
caso de que quizás algo no le enviaría a usted al infierno,
considere que dejándola puede ayudarle a acercarse mas
a Dios, y ¿no es eso lo que realmente queremos?
Los que están en el liderazgo deben tener mucho mas
cuidado. Aquí es donde realmente necesitamos convicciones
personales. Algunas cosas que no son pecados
deben ser evitadas porque no son recomendables para un
buen líder. En la ausencia de normas específicas en la
Biblia, un líder comúnmente fija normas por medio de sus
acciones. Generalmente los miembros de una congregación
vivirán un poco mas bajo que las normas que un
ministro y su esposa fijan para sus propias vidas. Si usted
usa un anillo pequeño que piensa es aceptable, algunos
de sus creyentes probablemente usarán anillos grandes
que usted piensa que no son aceptables. ¿Cómo explicará
o justificará la diferencia a ellos? Como resultado, un líder
debe pedir a Dios que le de convicciones suficientemente
fuertes para que él pueda guiar correctamente al pueblo
del cual él es su líder. El debe fijar una norma un poco
más estricta para sí mismo que para otros. Cuando hay
alguna duda, todos los cristianos, pero especialmente los
líderes, deben escoger la alternativa que conducirá a una
santidad mayor en lugar de la posibilidad de una mundanalidad
mayor.

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